(Por Pedro Basara, Secretario de Extensión de ESEADE y Director de Fundación INNOVED) En un mundo que cambia a gran velocidad, con desafíos cada vez más complejos —desde la transformación digital hasta las transiciones ecológicas y sociales—, las universidades tienen un papel insustituible:
- Generar conocimiento.
- Formar ciudadanos críticos y profesionales preparados.
- Contribuir activamente al desarrollo sostenible.
Sin embargo, el impulso innovador en la educación superior muchas veces se encuentra con barreras estructurales, culturales y organizativas, que dificultan o ralentizan este proceso.
La universidad es una de las instituciones más antiguas y perdurables de la historia, y justamente por ello, su capacidad de transformación no siempre acompaña el ritmo de los cambios del entorno.
Identificar los principales obstáculos para innovar no es un ejercicio de crítica destructiva, sino una herramienta fundamental para diseñar políticas efectivas y sostenibles que impulsen su evolución.
A continuación, desarrollaré los principales desafíos que enfrentan las universidades a la hora de innovar, junto con algunas estrategias para empezar a abordarlos.
1. Estructuras rígidas y normativas obsoletas
Las universidades suelen estar gobernadas por normativas internas (estatutos, reglamentos, procesos administrativos) que fueron pensadas en contextos completamente distintos.
Estos marcos, aunque fundamentales para garantizar el orden institucional, pueden volverse obstáculos cuando impiden la creación de nuevas carreras, la implementación de modelos híbridos o la flexibilización de trayectorias estudiantiles.
Además, la rigidez en la toma de decisiones —atravesada por múltiples niveles jerárquicos y procesos burocráticos— dificulta la capacidad de respuesta ágil frente a los cambios del entorno social, tecnológico o laboral.
La superación de este desafío puede darse de las siguientes maneras:
- Impulsar reformas orientadas a la flexibilidad curricular y a la experimentación pedagógica.
- Promover modelos de gobernanza más ágiles, con equipos multidisciplinarios y mecanismos de toma de decisión más rápidos para proyectos de innovación.
- Crear “laboratorios institucionales” que operen bajo reglas más flexibles, para testear propuestas antes de escalarlas.
2. Resistencia al cambio cultural
Las universidades, por su vocación académica y científica, tienden a privilegiar la estabilidad, la autonomía y la rigurosidad. Sin embargo, estas virtudes pueden convertirse en resistencias cuando se trata de cambiar formas de enseñar, abrirse al trabajo interdisciplinario o incorporar nuevas tecnologías. En muchos casos, la innovación se percibe como una amenaza a la tradición académica o al status quo.
El miedo al error, la inercia institucional y la falta de espacios seguros para experimentar refuerzan esta resistencia.
Para superar este obstáculo se pueden impulsar las siguientes acciones:
- Fomentar una cultura institucional donde innovar sea valorado tanto como investigar o publicar.
- Generar espacios de diálogo intergeneracional y multidisciplinario donde se compartan experiencias de cambio.
- Incorporar el “derecho a equivocarse” como parte del aprendizaje organizacional, y promover el liderazgo distribuido.
3. Falta de incentivos y reconocimiento
Muchos sistemas universitarios siguen premiando principalmente la producción científica tradicional: papers, congresos, publicaciones indexadas.
Esto desalienta la participación en proyectos de innovación educativa, extensión transformadora o desarrollo institucional, porque esas actividades no se ven reflejadas en la carrera académica, ni en evaluaciones de desempeño o concursos.
En consecuencia, quienes se animan a innovar muchas veces lo hacen “por vocación” y sin apoyo estructural.
Como contrapartida se pueden considerar:
- Ampliar los criterios de evaluación académica para reconocer formalmente la innovación educativa, la investigación aplicada y la vinculación tecnológica.
- Crear fondos concursables, premios o estímulos para equipos innovadores.
- Incorporar el desarrollo de capacidades institucionales como eje en los planes estratégicos y procesos de autoevaluación.
4. Déficit en formación docente y capacidades digitales
La transformación educativa requiere nuevas competencias: uso de tecnologías, diseño de experiencias activas, trabajo con datos y gestión de la diversidad en el aula.
Pero la formación docente universitaria sigue siendo escasa, voluntaria y desarticulada. Muchos docentes no cuentan con herramientas para aplicar enfoques innovadores, o bien no tienen tiempo ni estímulos para formarse.
Además, existe una brecha digital que afecta no solo a los estudiantes, sino también al personal docente y administrativo.
¿Cómo se podría superar este reto?:
- Diseñando programas sistemáticos de formación continua, accesibles, reconocidos en la carrera docente, y adaptados a las distintas disciplinas.
- Acompañando los procesos de innovación pedagógica con tutorías, asesoramiento y comunidades de práctica.
- Garantizando la inclusión digital a través de infraestructura adecuada, acceso a licencias, plataformas estables y soporte técnico permanente.
5. Fragmentación interna y falta de trabajo colaborativo
Las universidades suelen estar organizadas por facultades, departamentos o cátedras que funcionan de forma relativamente autónoma.
Esta lógica compartimentalizada dificulta la cooperación entre unidades académicas, obstaculiza proyectos transversales e impide una mirada sistémica sobre la innovación.
El resultado: proyectos aislados que no escalan ni transforman el modelo institucional.
Además, la distancia entre funciones (enseñanza, investigación, extensión, gestión) limita una visión integrada del rol universitario.
Entre las maneras de resolverlo, se encuentran:
- Crear espacios interfacultades o interdepartamentales donde se diseñen proyectos estratégicos conjuntos.
- Promover equipos interdisciplinarios de innovación que integren docentes, investigadores, estudiantes y personal de apoyo.
- Utilizar plataformas colaborativas y metodologías ágiles para coordinar acciones entre distintas áreas.
6. Limitaciones presupuestarias y financiamiento inestable
La innovación requiere inversión: en tecnología, infraestructura, formación, nuevos formatos académicos.
Sin embargo, muchas universidades enfrentan:
- Presupuestos ajustados.
- Financiamiento público condicionado.
- Escasa inversión privada.
En ese contexto, se prioriza lo urgente (el funcionamiento cotidiano) por sobre lo estratégico (la innovación a mediano plazo).
Además, la falta de planificación presupuestaria dificulta la sostenibilidad de proyectos innovadores una vez finalizados los fondos iniciales.
Frente a este contexto, algunas alternativas podrían ser:
- Diseñar presupuestos participativos que asignen una porción del gasto anual a innovación institucional.
- Buscar alianzas público-privadas, convocatorias competitivas y fondos internacionales que acompañen procesos transformadores.
- Incorporar la innovación como eje central en los planes de desarrollo institucional, para alinear prioridades y recursos.
7. Desconexión con el entorno socio-productivo
La universidad tiene una enorme potencialidad como articuladora entre ciencia, tecnología, cultura y desarrollo.
Pero muchas veces opera desconectada de las necesidades del entorno, con escasa vinculación con empresas, gobiernos locales, ONGs o comunidades. Esto limita la pertinencia de su oferta académica, reduce el impacto de su investigación y obstaculiza la transferencia de conocimiento.
Además, impide que el proceso de innovación sea retroalimentado por la realidad social y productiva.
Como respuesta a este desafío, se podría:
- Crear oficinas de vinculación tecnológica y de relaciones con el entorno que operen de manera proactiva.
- Diseñar programas de formación co-creados con sectores productivos y actores sociales.
- Impulsar proyectos de innovación abierta y extensión transformadora como parte del currículo universitario.
Reconocer las barreras es el primer paso para transformarlas
Las universidades no son reacias al cambio por naturaleza, pero sí están sujetas a condiciones estructurales y culturales que hacen que innovar sea un proceso lento, complejo y muchas veces frustrante.
Reconocer los obstáculos no implica quedarse en la queja, sino habilitar una conversación más honesta y estratégica sobre cómo construir instituciones educativas más ágiles, pertinentes e inclusivas.
Superar estas barreras no es tarea de un solo actor, ni se resuelve con recetas. Requiere visión institucional, liderazgo distribuido, compromiso docente y estudiantil, financiamiento sostenido y una narrativa que ponga a la innovación como una forma de cuidar, no de romper, la misión esencial de la universidad.
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*Pedro A. Basara es Consultor en Innovación Estratégica y Transformación Digital, Secretario de Extensión de ESEADE Universidad, Fundador de VirtualEd.
Es Ingeniero Industrial, Especialista en Gestión de Nuevas Tecnologías por Ajou University (Corea del Sur) y MBA en Dirección de Empresas. Tiene más de 15 años de experiencia como docente, conferencista y asesor estratégico de negocios, experto en procesos de transformación digital.
Pedro publica regularmente artículos de análisis estratégico sobre tecnología, desarrollo productivo, modelos de negocio y liderazgo digital. Su estilo combina visión global, conocimiento técnico y enfoque aplicado a la realidad argentina y latinoamericana.
Ha asesorado a importantes empresas y corporaciones de Argentina y Latinoamérica, organizaciones gubernamentales y universidades. Participa en Congresos como Conferencista y debates públicos sobre los desafíos del desarrollo económico regional.