(Por Joaquín Perino, Associate Director – HALO Executive Search) Como headhunters, a diario nos enfrentamos con una realidad confirmada por los informes internacionales: los títulos académicos ya no son garantía de que un candidato tenga las competencias que las organizaciones necesitan.
El reporte ‘Panorama de la Educación 2025‘, publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), lo pone en evidencia: entre 2012 y 2023, las habilidades en lectoescritura y aritmética de los adultos en varios países no solo se estancaron, sino que incluso disminuyeron, a pesar de que más personas accedieron a estudios superiores.
Esto nos obliga a mirar más allá de las credenciales formales.
Durante años, la educación se evaluó principalmente en función de logros medibles —finalización de estudios secundarios, carreras universitarias, posgrados—, pero hoy lo que marca la diferencia en un proceso de selección es algo distinto.
En la actualidad se busca que los profesionales tengan capacidad real para:
- Aplicar conocimientos.
- Adaptarse a contextos cambiantes.
- Aprender continuamente.
El desajuste entre títulos y competencias
Las empresas que buscamos talento nos enfrentamos a un desajuste preocupante. Un currículum puede estar repleto de diplomas, pero al profundizar en la entrevista muchas veces emergen carencias en áreas clave:
- Capacidad de comunicación efectiva.
- Resolución de problemas complejos.
- Pensamiento crítico y toma de decisiones.
- Habilidades digitales básicas y avanzadas.
- Adaptabilidad frente a la incertidumbre.
Estas son precisamente las competencias que los líderes valoran y que marcan la diferencia en un entorno donde los cambios tecnológicos y de mercado son vertiginosos.
Impacto en el mercado laboral
En la práctica, la brecha de habilidades obliga a las empresas a repensar sus procesos de selección y desarrollo de talento.
Cada vez más, vemos que las compañías no se quedan en el análisis del diploma, sino que incorporan pruebas de habilidades, dinámicas de simulación, assessment centers y evaluaciones psicométricas.
El objetivo es detectar la capacidad real de los candidatos para desempeñarse en el día a día.
A su vez, también se abre un debate sobre la formación continua. Los perfiles más valorados son aquellos que, más allá de su formación inicial, demuestran un compromiso con el aprendizaje permanente, ya sea a través de certificaciones específicas, cursos online, proyectos personales o experiencias internacionales.
El nuevo rol de la educación y el talento
Desde la perspectiva de quienes conectamos talento con oportunidades, la educación formal sigue siendo un punto de partida relevante, pero no el destino final.
Lo que realmente genera empleabilidad y crecimiento profesional es la combinación de conocimientos técnicos con soft skills y competencias transferibles.
En este sentido, los sistemas educativos deben acompañar la evolución del mercado, incorporando desde etapas tempranas la enseñanza de habilidades digitales, socioemocionales y de pensamiento crítico.
Las empresas, por su parte, deben invertir en programas de capacitación interna, mentoring y desarrollo de carrera que permitan reducir la brecha entre lo que se aprende en las aulas y lo que se necesita en el trabajo.
Futuro del trabajo
El futuro del trabajo no se definirá por la cantidad de títulos en un CV, sino por la capacidad de las personas de aportar valor en un entorno cambiante.
Como headhunters, lo vemos todos los días. Los candidatos que realmente destacan son aquellos que saben:
- Resolver problemas.
- Trabajar en equipo.
- Adaptarse rápido.
- Seguir aprendiendo.
Los diplomas abren puertas, sí. Pero son las competencias las que permiten permanecer y crecer.